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Uno como arquitecto no puede ni debe pretender (en vivienda y en cualquier cosa de la vida) fijar las condiciones absolutas para que todo funcione (…) controlar desde tú perspectiva todas las posibilidades (...) Tú tienes que generar procesos que después la gente, la sociedad, las personas, tomen y desarrollen.

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Por Ixchel Ayes Rivera

JOAN MACDONALD

ENTREVISTA A

REFLEXIONES Y LECCIONES DE LA ARQUITECTURA SOCIAL

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Revisé y leí el trabajo de Joan MacDonald a partir de que, en 2011 encontrara su entrevista para el diario El País. Ahí confirmé que, con respecto a mi formación académica en arquitectura (que poco o nada tenía que ver con la realidad más crítica del país), mis inquietudes e inconformidades no solo eran normales, sino necesarias.

Joan MacDonald fue subsecretaria del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile con el retorno a la democracia en 1990 y años después asumió como directora del Servicio Metropolitano de Vivienda y Urbanización. Ha sido consultora para organismos como CEPAL, ONU-Hábitat y UNESCO, y con el Servicio Latinoamericano, Africano y Asiático de Vivienda Popular (SELAVIP), siendo presidenta acompañó de cerca proyectos en todos estos continentes.

Su amplia experiencia en el sector vivienda y en procesos comunitarios y barriales, entrega reflexiones y lecciones importantes en torno al papel que cumplen en el "hacer ciudad", los diferentes actores que la intervienen, pero sobre todo destacan la relevancia que tiene el poder empoderar y trabajar junto con quienes habitan en las condiciones más duras de la región. En este artículo comparto fragmentos de una entrevista que me concedió en septiembre de 2019 y que considero que contienen reflexiones que todo profesional y estudiante debe hacerse.

Sobre los cambios: de lo individual a lo colectivo.

“Uno cuando llega, cuando empieza después de una situación traumática, no conviene seguir tratando de cambiarlo todo sino que hay que cambiar las cosas más importantes, que son realmente centrales, y el resto es tratar de conducir el proceso en la dirección que uno quiere. ¿Qué es lo que hicimos de cambio? Fundamentalmente ir introduciendo, por ejemplo, la noción de grupo solidario dentro de los programas (…) ir introduciendo la dimensión colectiva, posibilitando una postulación en grupo, dándole puntajes preferentes a los que se agrupaban, etc. (…) Lo otro era ir priorizando el tema del barrio que estaba totalmente ausente.”

Sobre democracia y ciudadanía.

“La misión del Ministerio dentro el proyecto democrático era mostrarle a la gente que la democracia no se defiende solo con los votos sino que también con las actitudes y que tener un barrio donde uno barre sus calles, lo mantiene bien, llega al arbolito y trata de que los espacios públicos funcionen, eso también es un ejercicio de democracia bien importante, importante en el sentido de que veníamos de una sociedad muy fracturada (…) Enseñarles que tenían que barrer la calle juntos y que esas cosas eran importantes hizo que de a poco el tema de la vivienda y de lo urbano fuera tomando también una connotación política importante, en términos que se mostraba que la concreción de la democracia en el territorio pasaba por una buena ciudad, por una buena ciudadanía que se hiciera responsable de cuidar su ciudad.”

Sobre cómo atender el tema de la informalidad.

“Las personas en informalidad tienen dos caminos: o remplazan el tugurio por vivienda nueva, que es carísimo, o trabajan con las mismas personas para que ellos vayan mejorando las cosas.

Yo personalmente pienso que es mejor esa segunda opción, empoderar a las comunidades para que sean ellas mismas las que vayan atacando los problemas que les importan más, encontrando un camino de solución. Eso es lo que yo haría en Honduras creo. ¿Cómo? Desgraciadamente si no tienes mucho respaldo político va a ser difícil, pero hay que apostar a las comunidades, hay que ayudar a organizar, a empoderar a las comunidades para que ellas mismas avancen.”

Sobre las leyes.

“En Centro América yo me he topado que en general le dan una importancia enorme a esa Ley, pero la Ley no te produce nada si no responde a algo más.”

Sobre vivienda y ciudad.

“No hay duda que una buena vivienda en una mala ciudad no resuelve los temas, y que una mala vivienda en una buena ciudad, en fin, es absolutamente dependiente un nivel de otro y hay que saber moverse bien entre esas escalas.”

Sobre procesos.

Hay que “reconocer territorialmente que hay problemas y hay situaciones que hay que abordar con programas específicos y luego una decisión de ir a ese problema específico a través de un proceso, o sea que no es, una vez tú haces un conjunto habitacional y te desentiendes del problema sino que [hay que] estar tomando la actuación (…) en una forma más de proceso a través del tiempo, que las cosas se deterioran, se mejoran, cambian las condiciones y hay que volver y volver a actuar sobre ellos.”

Sobre la escala barrial.

La “vivienda y lo urbano, (…) en la universidad son generalmente dos áreas muy distintas y hay poca gente que se muevan fácilmente de uno a otro. Quizás la forma en que hemos ido avanzando en eso es a través de esta escala intermedia que es el barrio. El barrio que tiene un poco más de concreto y vivienda pero también tiene insumos y exigencias de parte de la ciudad, entonces en esa combinación de ambos es que el mejoramiento de barrios ha ido como poniendo la ciudad de nuevo en la agenda de la gente.

Sobre la academia y el trabajo en terreno.

“Primera cosa, hay que legitimarse en la línea social, y eso se hace actuando en lo social, porque además eso te da conocimiento del detalle de cómo funcionan las cosas que no la vas a tener nunca sobre la base teórica únicamente (…) Lo segundo es que no hay que desperdiciar ni uno ni otro campo, ni el teórico ni el práctico (…) hay que tener una buena capacidad de análisis y de estudio, con una buena dedicación de estudio.” Los temas sociales “no son como las matemáticas (…) Aquí hay mucho de lo que sucede que no tiene explicación y eso tú lo tienes que sacar del terreno.”

Sobre el rol del profesional de la arquitectura.

“Me acuerdo que Fernando [Castillo Velasco] pasó por mi tablero (…) y me dice (…) su proyecto es una semilla, no es una planta, es una semilla (…)  y de lo que hay que preocuparse es que la rieguen, pero no tiene por qué definir cuántas hojas va a tener ni cuántas ramas porque eso depende de las personas que vayan a habitar esa vivienda. A mí el concepto de semilla me quedó metido, en términos de que uno como arquitecto no puede ni debe pretender (en vivienda y en cualquier cosa de la vida) fijar las condiciones absolutas para que todo funcione, (…) controlar desde tú perspectiva todas las posibilidades de crecimiento y del producto que tu realizas. Tú tienes que generar procesos que después la gente, la sociedad, las personas, tomen y desarrollen. Eso para mí ha sido lo fundamental en todo mi ejercicio, echar a andar procesos más que resultados.”

Sobre derechos.

“Creo que el derecho a ocupar un lugar en la ciudad es un derecho que la gente tiene. Ahora, que ese lugar sea una vivienda de 60 metros cuadrados de ladrillo, no necesariamente, pero sí un lugar, un lugar donde armar, donde poder vivir y donde poder dormir en la noche sin temor. Eso es un derecho de lo que llaman en Uruguay la “lugaridad” (…) “lugaridad” es como lo esencial, es tener un lugarcito (…) por lo menos un lugar y hay mucha gente que no tiene otra posibilidad que ir contra el sistema para obtenerlo.”

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